miércoles, 28 de septiembre de 2011

El entrenamiento funcional y la inestabilidad en el fitness I

Introducción

La primera cuestión nace del propio concepto de "entrenamiento funcional", incorrectamente aplicado desde la teoría del entrenamiento deportivo, al contexto de los programas de ejercicio físico para la mejora de la salud y calidad de vida (Heredia, Chulvi, Ramón, 2006).

Los actuales planteamientos al respecto del entrenamiento funcional, se entienden desde un simple planteamiento en base al desarrollo de ejercicios mediante movimientos integrados y multiplanares que implican aceleración conjunta, estabilización y deceleración, con la intención de mejorar la habilidad del movimiento, de la fuerza de la zona media y la eficiencia neuromuscular. Así la justificación para dicho tipo de entrenamiento se basa en una mayor aplicación para las actividades cotidianas y el empleo de ejercicios o actividades "naturales", pese a que desde una perspectiva más terminológica y conceptual deberíamos replantearnos lo poco apropiado de justificar un entrenamiento de este tipo en base a una supuesta necesidad para aquellas actividades naturales en la sociedad actual, pues éstas serán y son distintas de los movimientos que podrían realizarse hace 1000, 100, 50 e incluso 10 años y que dicha "naturalidad" (cotidiana, repetida, etc.) será distinta en cada caso de la propia actividad del sujeto (Heredia, Chulvi, Ramón, 2006). Además parece claro la necesidad de considerar y plantear un análisis mucho más profundo al respecto, de la necesidad de un entrenamiento que implique movimientos y grupos musculares menos solicitados o que poseen cierto desequilibrio tónico-postural atendiendo a las propias características individuales (determinadas mediante una adecuada valoración previa), lo que constituiría el desarrollo de unos adecuados criterios de prescripción de ejercicio desde una perspectiva más funcional, considerando las actividades de la vida diaria (AVD) y las actividades de la vida diaria laboral (AVDL) tanto desde la perspectiva de la prevención, como de la preparación y mejora del rendimiento en dichas actividades (Colado, Chulvi, Heredia, 2007).




La otra cuestión viene dada por el, como ya veremos, poco apropiado e inadecuado uso del entrenamiento en superficies inestables y, en concreto en este primer punto, por la terminología asociada a dicho concepto de estabilidad-inestabilidad.

La estabilidad es tanto antinómica como complementaria de la movilidad. Antinómica porque, en general, las situaciones estáticas se consideran más estables que las dinámicas. Se olvida que cuando un sistema es inestable, solo la movilidad permite controlar el desequilibrio y adaptarse al comportamiento estabilizador (Dufour y Pillu, 2006).

Hay que tener cuidado con el sentido que se le da al término de estabilidad. A menudo, este término se utiliza sin precisar su naturaleza, lo que lleva a confusiones de comprensión. Nosotros vamos a proponer la siguiente clasificación de estabilidad (teniendo como referencia inicial el sistema de referencia que es el propio sujeto):

Estabilidad Interna (EI): vendrá determinada, principalmente, por las estructuras anatómicas. Consideraremos:

La Estabilidad Interna Pasiva (EIP), determinada por la configuración anatómica articular (principales estructuras: huesos, elementos de congruencia y ligamentos).
Todas las articulaciones no poseen los mismos niveles de estabilidad.
Así por ejemplo las articulaciones escapulohumerales y coxofemorales son esferoideas, aunque la primera es no congruente y, por tanto, menos estable y la segunda congruente y, por tanto más estable. Del mismo modo la articulación humerocubital y la femoro-rotuliana son ambas ginglimoides, aunque la primera es estable, mientas la segunda no lo es (Dufour y Pillu, 2006)
Es necesario un conocimiento amplio de las bases anatomo-funcionales y biomecánicas para garantizar una correcta prescripción de ejercicio físico.

La Estabilidad Interna Activa, vendrá determinada por la estructura músculo-tendinosa (su estado de equilibrio/desequilibrio, tono muscular, respuesta neuromuscular, etc…).

A partir de aquí debemos comprender que los niveles de estabilidad interna deberán ser considerados y adecuadamente valorados en cada sujeto, de manera que como primera premisa, no deberíamos añadir inestabilidad externa a una situación de inestabilidad interna.

La Estabilidad Externa (EE) viene determinada por las situaciones que rodean al sistema de referencia (sujeto) y que podrán poner en compromiso los niveles de estabilidad y requerir determinados niveles de estabilización (normalmente a nivel interno-activo). Determinadas prácticas o ejercicios también pueden suponer un riesgo para los niveles de estabilidad interna pasiva, pero ello siempre supondrá un riesgo a evitar.

La Estabilidad Externa Pasiva (EEP), supondrá el incremento de los niveles de estabilidad mediante elementos externos, con lo que los niveles de estabilización interna activa serán requeridos a un menor nivel.

La Estabilidad Externa Dinámica (EED), supone la disminución de los niveles de estabilidad mediante elementos externos, con lo que se incrementarán los niveles de estabilización interna.






Imagen 2. Ejemplo de progresión en requerimientos de estabilización en ejercicio.
De esta manera debemos abordar, entender y diseñar los ejercicios en función de desarrollarse en unas condiciones donde exista un alto nivel de estabilización pasiva-externa (el sujeto realiza el movimiento en unas condiciones preestablecidas de estabilidad, donde la actividad muscular se centre, principalmente en la acción muscular agonista, no se requiere una alta participación de musculatura sinergista que proporcione equilibrio, ni un alto nivel de integración neuromuscular) y rango de movimiento pre-establecido (esto nos lo permite, por ejemplo el empleo de las máquinas tradicionales de musculación).

Por el contrario, podríamos desarrollar el ejercicio en condiciones de altos requerimientos de estabilización activa (del propio sujeto), haciendo participar una mayor masa muscular en el movimiento merced a la participación (integración) de agonistas, sinergistas (estabilización activa dinámica, donde se producen ajustes de determinada musculatura a fin de mantener la posición óptima -correcta alineación- y mantienen la misma durante el desarrollo del ejercicio) y fijadores (estabilización activa estática: donde determinada musculatura aumenta su nivel de activación estática -isométrica- a fin de permitir una correcta higiene postural y adecuada distribución de fuerzas durante el desarrollo del ejercicio), favoreciendo la dinámica global del gesto y sus factores cinestésicos, pudiendo considerar una mayor actividad muscular (entre otras mejoras como mayor capacidad kinestésica y propioceptiva, control muscular, etc...)

Debemos plantearnos una realidad cotidiana, que pasa por el hecho de que los requerimientos de estabilización activa estática es menos usual, casi inexistente y lo si lo es en mayor medida a nivel dinámico. Además deberíamos considerar la gran influencia sobre diversas respuestas hipertensivas de las acciones de tipo estático (isométrico), debiendo considerarse, a este respecto, los factores de intensidad y duración de las mismas.

Muchas veces, el primer elemento de estabilización, adecuada progresión y trabajo de la musculatura estabilizadora, nace de una correcta higiene postural y alineación durante la ejecución de los ejercicios (Heredia, JR; Ramón, M., 2005) y no de comprometer la capacidad neuromuscular para desarrollar ejercicios desafiando a dicha musculatura.

En el desarrollo de ejercicios con estos requerimientos (esto podría lograrse con el empleo de pesos libres en un primer paso en progresión -donde exista cierto grado de estabilización pasiva-, o mediante el planteamiento de situaciones de que favorezcan dichos requerimientos de estabilización activa, por ejemplo mediante el empleo de fit-ball), debemos considerar el progresar desde situaciones más o menos estables hacia movimientos en situaciones-superficies inestables.

En un estudio realizado por Lehman y col., 2005 con el objetivo de comparar la activación de la musculatura abdominal en la realización de press banca entre otros ejercicios utilizando el banco convencional y el fitball. Las conclusiones que notifican son que la incorporación del fitball incrementa de actividad estabilizadora del tronco, aunque no de forma significativa y con gran variabilidad entre sujetos. Recomiendan que se aprenda la ejecución de los ejercicios en medio estable y una vez aprendido se pase progresivamente al medio inestable, para reducir el riesgo de lesión.

El riesgo que potencialmente puede suponer al realización de ejercicios con alta demanda de estabilización activa, entre iniciados y poco, entrenados es un factor a considerar por el técnico que podrían aconsejar proceder a un acondicionamiento general previo por medio de métodos menos intensos y a la enseñanza adecuada de la técnica en estas situaciones, previo al trabajo de mayor estabilización activa. Esta cuestión debería ser tenida en cuenta, especialmente, a la hora de plantear propuestas de tareas y ejercicios en sesiones colectivas con material desestabilizador.

Además cuando los niveles de estabilización activa requeridos son altos, supondrá el manejo de resistencias inferiores a las realizadas en condiciones de alta estabilidad pasiva-externa. Ello nos hará plantear las estrategias para la inclusión de dicha metodología en el proceso global de planificación:

Como elemento importante en la fase de entrenamiento con orientación metabólica y funcional.

Como elemento complementario en fases con orientación estructural.

Replantearse su incorporación a fases de entrenamiento con orientación neural.


El empleo de superficies inestables en los programas de acondicionamiento neuromuscular

Actualmente el mercado de la actividad física y la salud ha incluido de forma desmesurada la aplicación de superficies inestables para el desarrollo de programas de acondicionamiento neuromuscular (de ahora en adelante PANM). En este sentido, destaca la aplicación poco planificada de ejercicios basados en la generación de inestabilidad con el objetivo de incrementar el fitness neuromuscular. La aplicación de entrenamiento contra resistencias con inestabilidad ha sido extrapolado del campo de la fisioterapia y la rehabilitación (Akuthota y Nadler, 2004), y su reciente aplicación a los PANM ha suscitado gran interés en el campo científico.

Tradicionalmente el entrenamiento sobre plataformas o superficies inestables ha sido utilizado con fines rehabilitadotes. El concepto de estabilización espinal neutral fue adoptado por El San Francisco Spine Institute como forma de rehabilitación (Liemohn, 2005) El concepto de estabilidad esta asociado al cuidado integral del tejido musculoesquelético, (Liebenson, 2004), y principalmente asociado al raquis.

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